Historia

Uno de los misterios más atractivos y sin resolver de la historia de Cheste, fue y es el por qué del nombre de Cheste, Xest, Chest, Chestalcampo, Gestalcampo, Miralcamp, Gestalcamp, Xest-al-Camp, Gestalcam, Gestelcam, Gest o Geste, formas que aparecen en los documentos y testimonios de las diferentes épocas desde la llegada de Jaime I haciendo referencia a este lugar. El significado del mismo ha sido cuestionado incansablemente.

La expulsión de los moriscos y la repoblación.

La presión sobre los musulmanes chestanos, todavía mayoría de la población, que tras las órdenes diocesanas de bautismos forzados y conversiones impuestas serán denominados moriscos o cristianos nuevos.

La entrada en el siglo XVI nos abre las puertas de la etapa moderna. El enlace del monarca de Aragón Fernando II, con la princesa castellana Isabel, concebido como una simple unión dinástica, tendrá a la larga unos efectos de enorme trascendencia.

Los Mercader fueron promovidos por la nueva dinastía Trastámara y ennoblecidos. El linaje prolongó su control sobre Cheste, y también sobre Buñol, hasta la desaparición de los señoríos bien entrado el siglo XIX.

Durante el siglo XIII, las taifas de la zona cedieron ante el empuje de los guerreros del norte, aragoneses y catalanes. Jaime I pactó con ellos la divisoria Biar-Bussot en el tratado de Almizra en 1244.

Las primeras referencias que podamos relacionar con Xest o Cheste provienen, de momento, del llamado Llibre del Repartiment.

Si los musulmanes se encontraron ya con un lugar poblado cuando se asentaron en Cheste sigue siendo una incógnita, al igual que la forma como se produjo el paso de la sociedad romana a la musulmana.

El dominio romano sobre la península fue un proceso continuo, que se inició a finales del siglo III a.C. con la Segunda Guerra Púnica, que transformó a Roma, en la potencia hegemónica en el Mediterráneo Occidental y que se mantuvo hasta la desintegración del Imperio, provocada por las oleadas de los pueblos “bárbaros” procedentes de Europa Oriental y Asia.

A mediados del siglo IV a.C., las potencias mediterráneas de la época, Roma y Cartago, se disputaban sus áreas de iinfluencia y aprovisionamiento. Estos acontecimientos quedarían reflejados de manera especial en el área que nos ocupa.

A principios del segundo milenio antes de nuestra era, se produjo en Europa el inicio de lo que hoy conocemos como Edad del Bronce. En su transcurso se llevaron a cabo grandes avances tecnológicos y un amplio crecimiento demográfico.

Fruto de estos factores la sociedad evolucionó hacia estadios más complejos. El incremento demográfico fomentó la sedentarización de la sociedad, que se asentó en pequeños núcleos de población.

El 30 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos, realizaba un pronunciamiento a favor de la restauración de la monarquía en la figura de Alfonso XII. A pesar de la importancia política del hecho, la principal preocupación de los habitantes de Cheste en aquellos momentos no estaba centrada en este acontecimiento, sino en su deseo de que se derrotara rápidamente a los carlistas que les hacían la vida imposible por sus continuas incursiones. La actuación de estas bandas suponía un pesado coste para una población que era eminentemente agrícola. Por ello, se vio con gran esperanza la rapidez con que el primer gobierno de la monarquía, presidido por Cánovas, solucionó el conflicto.

Apenas superada la crisis del siglo XVII —y cuando la población y la economía empezaban a recuperarse- se inició la Guerra de Sucesión, una guerra civil que facilitó el camino hacia la uniformización y centralización, poniendo punto final a la época foral. La baronía de Cheste sufrió directamente el impacto del conflicto bélico.

A mediados del siglo IV a.C., las potencias mediterráneas de la época, Roma y Cartago, se disputaban sus áreas de influencia y aprovisionamiento. Estos acontecimientos quedarían reflejados de manera especial en el área que nos ocupa.