Historia
CULTURA IBÉRICA
No cabe duda de que los autores de las pinturas rupestres levantinas de la Cueva de la Araña de Bicorp (escena de recolección de la miel) y de las pinturas de caza de la Cueva de las Montesas de Jalance, ambas en términos lindantes con el de Cortes de Pallás, andarían por los altos de La Muela, la fosa del cañón de nuestro río y las laderas de la Muela del Albeitar; en sus continuos desplazamientos como cazadores recolectores. Pero, de ello, no tenemos recuerdo material.
Bien distinto es el tema del poblamiento íbero, cuando los habitantes locales -ya en plena edad del Hierro y en el medio milenio anterior al nacimiento de Cristo- viven agrupados en asentamientos tribales de chozas de piedras y ramajes que ocupan alturas de fácil defensa (con murallones ciclópeos); practicando la ganadería, la agricultura cerealista (molinos de mano de piedra), los tejidos (telares artesanos), la cerámica de torno manual (abundan los “tejos”, incluso pintados de ocre), la metalurgia y, en ocasiones, la escritura (con plomos grabados en su alfabeto, todavía indescifrable).
De esta cultura ibérica cortesana hay ya emplazamientos localizados: El Aligustre (en El Oro), La Muralla y Pileta (en Cortes de Pallás), Chirel (en su muela del castillo), el lomo de la Sierra Martés (ya en el límite con Yátova y donde aparecieron los textos escritos) y varios emplazamientos entorno a las aldeas de Poniente, en especial la de Castilblanques; la cual cuenta hasta con un horno de cerámica masiva.
LA HUELLA MUSULMANA
Además, recientes estudios, han demostrado el valor del camino de la época (antes de ser fundada “Valentia”) que desde Sucro (La Ribera) iba, por los hitos de La Carencia de Turís y el poblado de Sierra Martés en busca del altiplano (siguiendo la cuenca de nuestro vecino río Magro) y, pasando por el asentamiento ibérico de Kelin (Caudete), hasta la actual Castilla central.De los romanos han quedado algunos pocos restos: el ánfora hallada por José Luis Chapí en la zona de El Ral (tradicional zona vitícola, hoy llamada “Pansero”) y los denarios de plata encontrados, como tesorillo, en la zona de Castilblanques.
Así como la base de machón de puente, hoy en el fondo del embalse, que el Cronista Miguel Aparici fotografió; en el paso del Júcar. Pero la verdadera historia de Cortes de Pallás llega con los musulmanes.
Primero, de su época de taifas, quedan los castillos de “taibiya” (materiales prensados en encofrados) y de calicantos; conservándose los restos de Pileta, Ruaya, Otonel (más otro menor, en un “arrabal” de la aldea de Otonel) y, seguramente, las bases originarias del posterior cristiano castillo de Chirel.
LAS BARONÍAS DEL MUNICIPIO
Además, hay constancia de que el conjunto tuvo cuatro mezquitas: Otonel, Bugete (hoy despoblado), Ruaya (también despoblado, donde el Cronista localizó ligeros restos decorativos en su “emplazamiento”) y el oratorio mayor en el propio Cortes. Lo que sí pervivió durante mil años fue la famosa ventana, supuesta del siglo X, en una fachada de sus casas del callejero moro; que mereció una foto del arquitecto Gimeno y una portada de la revista Valencia Atracción, pero que fue destruida -en los pasados años 60- al construir una balconada. A ello hay que añadir el puente, de pilares argamasados, que los muslimes obraron para cruzar el río Júcar; hoy, bajo aguas. Aunque, fundamentalmente, a los musulmanes cortesanos se debe al paisaje antrópico que aún ahora podemos (pese a las amenazas que penden sobre él) disfrutar y que constituyen un verdadero “Parque Morisco”: primorosas huertecillas en graderío por las laderas del barranco de la Barbulla, sistema de acequias y canalillos de distribución de aguas y albercas de almacenamiento. Tras la reconquista cristiana del siglo XIII (con Jaime I), su paso a sucesivas manos señoriales -conformando una extensa primera Baronía- mantendrá varios siglos a una población exclusiva musulmana; laboriosa y dócil hasta su rebelión en La Muela y expulsión de España en 1609, con motivo de la intolerancia religiosa y del miedo de la monarquía a la invasión turca. Y los dos últimos grandes capítulos de la historia de Cortes de Pallás tienen que ver con la Baronía de Cortes y las otras cuatro baronías del término (caso, prácticamente, único en la Comunidad Valenciana) y con los cambios generados en el territorio, ya desde los años veinte del siglo pasado, por la llegada de las instalaciones hidroeléctricas; cuyo desarrollo pueden ver en su apartado propio: “Nobiliaria de Cortes de Pallás” y “De Hidroeléctrica a Iberdrola”.